Debemos ver las dificultades como un reto
Muchas veces pensamos que somos expertos y que personas más jóvenes que nosotros no pueden enseñarnos nada. ¡Craso error!
Hace unos días, un cliente me pidió que le acompañara en la entrevista final a un posible candidato para una posición que quería cubrir. Lo que más le preocupaba era que esa persona pudiera realizar las tareas de manera adecuada. Habíamos definido el perfil del puesto para alguien con una experiencia laboral de al menos 6 años. El candidato tenía poco menos de dos, pero venía referido por un asesor suyo y le había gustado mucho cuando conversó con él por primera vez.
Me pidió que yo llevara el peso de la entrevista y que me enfocara en su capacitación para los requerimientos del puesto. Así lo hice, incidiendo en su falta de experiencia y en si creía que sería capaz de hacer todo pese a su falta de experiencia profesional.
Tengo que decir que el candidato me gustó mucho y lo que más me agradó fue ver su comunicación no verbal cuando intenté ponerlo en apuros con su escaso bagaje profesional. Se le iluminó la cara, se le agrandaron las pupilas, sonrió y respondió con fuerza que lo iba a hacer, que le entusiasmaba el reto, que trabajaría duro no, durísimo, que era consciente de que tendría que dar el 100% o más, de que sería difícil, pero que eso le ayudaría a crecer profesionalmente.
El candidato tenía 27 años y veía algo complejo como un reto, quería afrontarlo, quería crecer. Yo tengo muchos más años que el candidato y estoy ahora en un proceso que me supone cambiar ciertas formas de hacer, aprender cosas nuevas y enfrentarme a tareas que no sé muy bien cómo afrontar. Estaba (y hablo en pasado de forma premeditada) viendo todo eso como una carga, como algo que no me apetecía, como algo que mejor que lo hiciera otro.
Ese día aprendí algo muy importante: algunos, cuando cumplimos años nos acomodamos y perdemos esa ilusión por aprender, por enfrentarnos a retos, por crecer. En ese momento comprendí claramente que tenía que ver la tareas a la que me enfrento como un reto, no como una carga.
Ver las dificultades como reto te lleva a tener fuerza, ilusión y ganas de actuar. Ver las dificultades como una carga te lleva a vivir con miedo, desgana y aplazamiento de acciones.
He decidido rejuvenecer 30 años y enfrentarme a lo que me viene como un desafío que me hará crecer: con ganas, ilusión, pasión y fuerza; he decidido que quiero vivir como un joven con todo por delante y no como un veterano esperando la jubilación. ¡Me niego a lo segundo!
Y pensar que algunos creen que nada se puede aprender de los jóvenes con poca experiencia…